Reciclar plástico para proteger el medio ambiente, proteger el mar y salvaguardar nuestra salud

 

La dispersión del plástico en el medio ambiente y la contaminación de la naturaleza y el mar son problemas muy graves que requieren una acción inmediata para revertir una tendencia que compromete gravemente la supervivencia de los animales y la salud humana. ¿Cómo, entonces, proteger el medio ambiente y protegernos de los daños derivados del abandono del plástico en la naturaleza? ¿Y cómo podemos contribuir a ahorrar recursos y dar nueva vida al plástico, para un futuro más sostenible y más atento a la protección de todas las especies vivas, tanto terrestres como marinas?

 

Breve historia del plástico: nacimiento y difusión de un material que ha revolucionado el mundo.

Los plásticos tienen una historia a sus espaldas que, en comparación con la de otros materiales utilizados por el hombre, parece singularmente corta. Hoy en día nos resulta difícil imaginarlo, pero hasta hace un siglo los plásticos conocidos eran pocos y se utilizaban para la producción de una gama extremadamente limitada de bienes, mientras que todos los demás objetos de uso común estaban hechos de diferentes materiales (metal, cerámica, madera …).

La historia del plástico comienza en las últimas décadas del siglo XIX, cuando se descubrieron y patentaron los primeros materiales plásticos semisintéticos, comercializados con el nombre comercial de “celuloide”. Inicialmente, los campos de uso de estos materiales son bastante limitados, pero en pocas décadas el potencial del plástico se hace cada vez más evidente, y poco a poco el interés de la ciencia y la industria se centra en el desarrollo de polímeros siempre nuevos. En las primeras décadas del siglo XX se descubrieron y patentaron los primeros plásticos termo endurecibles (como la baquelita), que tuvieron mucho éxito gracias a su resistencia, y muchos termoplásticos como el PVC y el celofán, destinados a tener gran éxito y ser explotados industrialmente en los años siguientes.

En los años treinta el potencial de los plásticos es ahora evidente y asistimos a una auténtica explosión de descubrimientos y aplicaciones: se patentan el nailon y el PET (inicialmente utilizados como fibra textil pero luego ampliamente utilizados para embotellar bebidas, a partir de agua) y en En el período de posguerra, los nuevos materiales se difundieron cada vez más en todas partes del mundo. Las nuevas fibras sintéticas se consideran una alternativa eficiente y económica a las fibras naturales utilizadas hasta ese momento, y la posibilidad de utilizar objetos ligeros, resistentes e irrompibles en la vida cotidiana revoluciona los hábitos de consumo de las personas. En los mismos años, el químico italiano Giulio Natta descubre y patenta polipropileno isotáctico, que se comercializará con el nombre de “Moplen” y se convertirá en el material simbólico del boom económico italiano.

La propagación del plástico, desde los años de su descubrimiento hasta hoy, nunca se ha detenido (solo en 2019, se produjeron 396 millones de toneladas de plástico en el mundo). Con el tiempo el número de polímeros conocidos y usados ​​se ha incrementado exponencialmente, y los campos de aplicación del plástico se han multiplicado hasta el punto de que hoy en día es realmente difícil imaginar nuestra vida diaria sin este material, también comenzaron a surgir algunas sombras.

El primero, paradójicamente, se refiere precisamente a las razones por las que este material fue inicialmente tan exitoso, a saber, su extraordinaria resistencia. El plástico tarda siglos en degradarse de forma natural, y dado que muchos objetos fabricados con este material tienen un ciclo de vida corto, es inevitable que los productos plásticos, una vez utilizados, se transformen rápidamente en residuos que aumentan la cantidad de material depositado en los vertederos.

Un segundo problema está relacionado con el costo energético de la producción de plástico. Este material, de hecho, es un derivado del petróleo, que es una materia prima no renovable, y requiere una gran cantidad de energía en la fase de producción y procesamiento. Se estima que para producir una tonelada de plástico se requieren 900 litros de aceite, 180 metros cúbicos de agua y 14.000 kWh de energía: una inversión importante, especialmente si se utiliza para la producción de productos desechables.

La mejor respuesta a estas dos importantes preguntas es, como hemos aprendido en las últimas décadas, el reciclaje: enviar los residuos plásticos a los centros de reciclaje nos permite darle nueva vida al plástico y esto se traduce en una menor cantidad de residuos entregados a vertederos y un significativo ahorro de energía y materias primas.

 

Desechar adecuadamente el plástico para proteger a los animales y el medio ambiente

El uso cada vez más extendido del plástico también ha generado serios problemas desde el punto de vista de la protección del medio ambiente, ya que solo una pequeña parte de los residuos plásticos se separa y recicla correctamente o, alternativamente, se incinera, mientras que alrededor del 80% se elimina en vertederos o abandonados en el medio ambiente o en el mar, provocando una importante contaminación.

El abandono de residuos en la naturaleza (el llamado “tirar basura”) es la circunstancia más dañina para el medio ambiente, ya que la cantidad de plástico abandonado interfiere en la vida de los animales, provocando graves daños. El ejemplo más emblemático es el gravísimo impacto del plástico en la fauna marina: se estima que cada año alrededor de un millón y medio de animales marinos – tortugas, peces, ballenas … – mueren por causas relacionadas con el plástico abandonado en los mares y océanos, y la tendencia no parece destinada a revertirse. Actualmente se estima que hay más de 150 millones de toneladas de plástico en los mares, y la cantidad está aumentando en unos 8 millones de toneladas por año: al ritmo actual de crecimiento, se estima que en 2025 habrá una tonelada de Plástico en el mar Plástico por cada 3 toneladas de pescado, y para el año 2050 la cantidad de plástico presente en el mar superará, en peso, a la de la fauna marina.

La presencia de plástico abandonado en la naturaleza o en el mar no solo constituye un grave peligro para la supervivencia de los animales, que corren el riesgo de lesionarse, estrangularse o quedar atrapados en la enorme cantidad de desechos que pueblan su entorno natural, sino que también tiene importantes repercusiones sobre la salud humana. El plástico abandonado en el mar, de hecho, se desintegra, liberando partículas llamadas microplásticos o nanoplásticos, que son ingeridas por los animales marinos y también por los peces utilizados para la nutrición humana. Esto significa que cada uno de nosotros puede ingerir indirectamente incluso varios gramos de plástico por semana, con consecuencias para la salud que aún no se han aclarado por completo.

Reciclar correctamente el plástico, por lo tanto, es la principal forma de proteger mejor la naturaleza, la fauna y nosotros mismos. Por ello es fundamental prestar la máxima atención a la diferenciación de los residuos que producimos, y contar con centros de disposición equipados con equipos y estructuras eficientes, capaces de garantizar la recuperación y reutilización del plástico ya producido y que puede entrar al ciclo productivo como materia prima secundaria.

 

 

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